domingo, 14 de diciembre de 2008

Carta Nº1

Maldita Eduviges:

No sé qué fraguas en tu mente, no sé qué escondes bajo tus bragas harapientas, no sé nada de ti para ser sincero. Me gustaría orinarte completa y marcar territorio, pero tú no me dejas, tú me cambias por el primer imbécil que te lee poesía y te dice un par de ideas interesantes. Siempre te gustaron esos fanfarrones esnobistas, bastaba con que te dijeran Mademoiselle para que abrieras tus piernas en el ángulo perfecto. Y para qué hablar de ellas… la primera cintura pronunciada ya te vuelve loca y te hace liberar fluidos. Y yo sigo aquí como un verdadero imbécil observando cómo persigues a esos poetas de mala muerte y a esas chiquillas que lo único que saben hacer es cultivar sus cuerpos para enamorarte.

Deja de dañarme mujer, deja de dañarme por favor.

Rogelio A.

Carta Nº2

Amado Rogelio:

Estoy atrapada, te deseo día y noche, sin embargo, te cambiaría por el primer idiota que me salude sonriente, ya sabes querido, te amo infinitamente, pero amo al resto tanto como a ti, todos me recuerdan a ti, es necesario cariño que entiendas que el universo completo tiene una pizca de tu belleza, de tus gestos, tus ideas o palabras. Tú lo eres todo para mí, pero el resto te conforma, forman tu forma, no te excluyen de mi amor. Créeme que cuando no estás conmigo me armo de fuerzas y reúno cada fragmento del día para tenerte a mi lado, y es por eso que me enamoro de la minifalda de la muchacha que cruza la calle, del intelectual que lee a Bolaño en el café de la esquina, del chocolate que me produce orgasmos, del cartero que tiene tu voz, de la morfina que alivia mis dolores, ¡mierda!, me atraganto al explicarlo, pero todo es como tú, por favor no me entiendas mal, esto no es pansexualismo barato, es sólo un deísmo de ti, un deísmo que también puede ser panteísmo, da igual, debes entenderlo, sólo debes entenderlo y pedirme matrimonio el 25 de Diciembre a las cero horas. Te veré pronto, lo prometo.

Tuya siempre, y de todos y todas también.

Eduviges L.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Círculo.

Si tan sólo me basurearas y me trataras como una miserable cualquiera. Si tan sólo me insultaras con los adjetivos más indecorosos de la RAE, con el pensamiento más brutal, más enfermo, más anormal; sólo ahí podría adorarte y extrañarte, sólo en ese momento podría ser puta, gato, perro, mono, gallina y búho a la vez; podría gemir, maullar, ladrar, chillar, cloquear y hasta ulular por ti. Podría incluso ser un humano, podría ser la señorita más civilizada de la ciudad, podría convertirme en adolescente femenina con vestido rosado y calzón sexy, podría eliminar mis expresiones groseras a cambio de pronunciar un refinado "te amo" una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez ad infinitum, hasta enloquecer, hasta explotar de goce, hasta convertirme en una idiota entusiasta, en una enamorada con cojones, en una pordiosera digna de tus injurias y trato repugnante hacia mi producto del verdadero amor.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Liquidación del Opio

"Y ustedes, locos lúcidos, enfermos de tabes, cancerosos, meningíticos crónicos, son unos incomprendidos. En ustedes existe un punto que ningún médico comprenderá jamás, y para mí es precisamente ese punto el que los salva y los vuelve augustos, puros, maravillosos: ustedes están fuera de la vida, están por encima de la vida, tienen males que el hombre común no conoce, superan el nivel normal, y eso es lo que los hombres no les perdonan, ustedes envenenan su quietud, son disolventes de su estabilidad. Tienen irreprimibles dolores cuya esencia es ser inadaptable a algún estado conocido, inajustable a las palabras"
Antonin Artaúd.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Sin título.

Idiota me sentía pronunciando adiós, ese absurdo melodrama de las despedidas, esa pauta que debíamos seguir para no alterar el orden de la futura ausencia, la maquillada compostura.

Idiota te sentías sonriendo desganado con la nimia ilusión de que me volverías a mirar sutilmente el escote, de que volverías a pronunciar esa palabra/despedida una y otra vez frente a mi, que esa paradojal situación se transformaría en un ritual cotidiano realizado en el andén, ese lugar perfecto para poner a prueba la cobardía de las personas, la medición exacta de cuánto eres capaz de permitir que el otro se distancie paso a paso, segundo a segundo que son horas/agujas en la máquina mental que controla lo curvilíneo, el desajuste, lo oblicuo del contexto cotidiano. Segundos cruciales de un sí o un no, de un te dejo ir o te retengo y te hago el amor aquí/ahora mismo.

Qué idiotas fuimos.