jueves, 4 de septiembre de 2008

Sin título.

Idiota me sentía pronunciando adiós, ese absurdo melodrama de las despedidas, esa pauta que debíamos seguir para no alterar el orden de la futura ausencia, la maquillada compostura.

Idiota te sentías sonriendo desganado con la nimia ilusión de que me volverías a mirar sutilmente el escote, de que volverías a pronunciar esa palabra/despedida una y otra vez frente a mi, que esa paradojal situación se transformaría en un ritual cotidiano realizado en el andén, ese lugar perfecto para poner a prueba la cobardía de las personas, la medición exacta de cuánto eres capaz de permitir que el otro se distancie paso a paso, segundo a segundo que son horas/agujas en la máquina mental que controla lo curvilíneo, el desajuste, lo oblicuo del contexto cotidiano. Segundos cruciales de un sí o un no, de un te dejo ir o te retengo y te hago el amor aquí/ahora mismo.

Qué idiotas fuimos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

ESTO ME GUSTA, BIEN HECHO CARMENCITA LA FELICITO

LC dijo...

Bueno-bueno!
Como siempre, niña.

Sr. Zorro dijo...

Excelente.... me gusto MUCHO... Me gusta tu cotidaneidad para escribir. Como encierras cosas tan triviales de una manera no trivial, por no ser objetivo, por plasmar lo subjetivo, por ser trivial aún así en toda su subjetividad.